“La gracia que recibimos como Jesuitas es estar y caminar con Él, mirando al mundo con sus ojos, amándolo con su corazón...
Común parece, internet no lo es. Internet, por sí mismo, no favorece el bien común. La brecha digital, que no sufren aquellos que pueden leer este artículo, diferencia no sólo dos grandes ámbitos globales, sino que también potencia la desigualdad dentro de las mismas sociedades. Pero dicho esto, ¿puede favorecer el bien común? Mi primera respuesta, que será la casi la conclusión, es que dependerá decididamente de la dirección hacia la que se oriente la construcción de la red y el tipo de persona que genere, en general toda tecnología, pero muy particularmente esa conexión pseudo-mágica que llamamos internet. Esto apunta claramente (lo tomo casi como evidencia) que tanto la sociedad se verá profundamente transformada, así como el modo de situarse la persona en el mundo.
(1) El paradigma de “lo compartido”. En primer lugar conocimiento y relación, pero se extienden las fórmulas a través de las cuales se comparte transporte, casa, incluso tiempo. Estas fórmulas deconsumo colaborativo sirven más para rentabilizar bienes que para hacerlos propiamente comunes. La lógica que subyace sigue siendo por tanto la propia del mercado liberal, potenciado además por su crecimiento sin regulación en la mayor parte de los casos y basado en el acuerdo entre usuarios.
(2) El paradigma de “lo gratuito”. En no pocas ocasiones, lo gratuito no es tal. Hay una sensación enorme de gratuidad en lo que se refiere a internet, impulsada de la mano de numerosas aplicaciones para móvil y plataformas online, aunque finalmente no lo son. El usuario “intercambia” sus datos a cambio de servicios. De donde se deduce que la identidad (individual o colectiva) es un valor de futuro indiscutible. A este respecto cabe puntualizar que muchos usuarios hacen uso de estos servicios propiciando un auténtico espacio de relación y vinculación de cara a un bien común universalmente compartido, pero sin tener excesivamente presente la cesión de derechos que hacen.
(3) El paradigma de “lo libre”. En relación con lo anterior, “lo libre” sería aquello que generosa y desinteresadamente, participando de una comunidad cada vez más global, las personas ponen a disposición de los otros para que se pueda usar lo que ellos han desarrollado por cualquier otro usuario. La relación entre ambos no es muy directa, en ocasiones ni reconocida suficientemente.
(4) El paradigma de “lo abierto”. Internet no está hecho, se construye y cambia a un ritmo enorme. Su alcance, todavía desconocido, vemos que se hace presente en todos los aspectos de la vida y transforma, al mismo tiempo que se implanta, el medio y los hábitos de las personas involucradas. El paradigma de lo abierto opta por una red que se hace con las aportaciones de todos, de modo que lo generado, sin ser propiedad de nadie en concreto, también es un bien a disposición de todos. En cierto modo la ética hacker comparte el objetivo e ideal de este paradigma al establecer que lo que hay en la red es de todos y no se puede “vallar”.
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